Benedetta Tabliabue
“Las mujeres dudamos de nuestra capacidad”
La arquitectura, como tantas otras profesiones, parece una profesión mucho más de hombres que de mujeres. No sólo porque no hay tantas mujeres arquitectas como hombres, sino porque el entorno laboral en la construcción es claramente masculino. Benedetta Tagliabue reconoce que “la arquitectura es una cosa de hombres”, aunque ella se esfuerce a diario para demostrar que no necesariamente ha de ser así.
En el estudio de arquitectura que dirige en Barcelona (EMBT) hay más mujeres que hombres, pero cuando sale fuera ha de esforzarse mucho más que un hombre para ganarse el respeto de un funcionario público o de un capataz de obra. Le cuesta pero lo hace y lo consigue. Esta dificultad lleva a muchas mujeres “a no ser conscientes de lo que son capaces”. “Nosotras mismas dudamos de nuestra capacidad”, añade.
Tagliabue coge dos o tres aviones por semana y entre los últimos proyectos que ha conseguido está el paseo marítimo de Rímini, un Benidorm a la italiana al que le falta abrirse al mar y hacerlo con calidad urbanística y arquitectónica.
Los espacios públicos son una de sus señas de identidad -Mercado de Santa Caterina y parque Diagonal Mar, en Barcelona, por ejemplo- y Tagliabue considera que esto le da cierta ayuda a la hora de competir en proyectos internacionales. “Te miran con más atención porque vienes de Barcelona”, explica, una ciudad con un modelo urbanístico que, desde los Juegos Olímpicos de 1992, ha sido referencial. El espacio público, que tanto se valora en el Mediterráneo y Europa en general, no se aprecia igual en Asia o Estados Unidos. En China, donde EMTB, tiene ahora varios proyectos, la idea de compartir el espacio público está alejada de su cultura pero, poco a poco, va abriéndose un hueco en las nuevas metrópolis abigarradas de edificios verticales.
Pero una cosa es compartir el espacio público y otra diferente, más difícil y problemática, es compartir el espacio de trabajo, algo que se potenció hace unos años para, supuestamente, ganar competitividad, y que ahora se ha visto que no funciona.
Sentada en la barra del Giardinetto, con un pisco sour en las manos y una sonrisa de oreja a oreja, Tagliabue no sólo habla de arquitectura, sino también de yoga y taichí, actividades que realiza al mediodía siempre que puede, y de lo mucho que le gusta viajar por placer. Ver lugares y personas diversas le ha llevado a la conclusión de que tenemos mucho en común, nosotros y el resto, por muy alejados que estemos en la geografía, la historia y la cultural. “Somos más parecidos de lo que creemos, incluso con los animales”.
Xavier Mas De Xaxàs, 09/03/2018