Eva Millet
“El hijo se ve casi como un producto”
Eva Millet, como buena periodista, habla con titulares que luego desarrolla en frases cortas y claras. No sólo sabe de lo que habla sino que tiene mucha práctica en explicarlo. Es una experta en educación y su último libro, “Hiperpaternidad” (Plataforma Editorial), le ha llenado la agenda de bolos por toda España.
A la barra del Giardinetto se sienta con una copa de vino blanco y muchas anécdotas aprendidas de cientos de padres y madres, y también de profesores que le explican historias increíbles, como la de unos niños de P3 que no saben levantarse y cuando se caen en el patio se quedan allí, boca abajo, esperando que alguien los rescata. Parece ser que sus padres nunca les han dejado que se levanten solos y ellos no lo han aprendido. Luego está la madre que pidió que su hijo fuera a una clase de bajitos para que no se frustrara. O la niña estadounidense que se quedó encerrada en un ascensor en una ciudad española y en lugar de apretar el botón de alarma llamó a su casa para que su madre telefoneara a la compañía y fueran a rescatarla.
La conclusión de estas experiencias es que los padres, en su afán por controlar la vida de los hijos tanto como pueden, les niegan el espacio que necesitan para desarrollar su autonomía y ser personas por sí mismas. En parte, esta actitud obedece a un impulso sobreprotector pero, mucho más a menudo, obedece al deseo paterno de hacer de los hijos el mejor producto posible. “El hijo se ve casi como un producto”, asegura Eva, que ha visto a muchas familias manejar hojas de Excel para gestionar la vida de unos niños que lo tienen todo planificado para que no puedan fallar en nada.
La competitividad y la traslación a la esfera familiar de muchos hábitos profesionales convierten la educación en un proyecto planificado para que el éxito esté asegurado. Pero, ¿de qué éxito estamos hablando? Eva no entiende a los padres que utilizan a sus hijos como símbolo de estatus, que los promocionan para que tengan más que nadie y sean los mejores. “Es mucho mejor una tarde en el parque que una extra escolar”, afirma justo antes de defender el aburrimiento porque “de él surge la creatividad y aprendes a tolerar la frustración”.
Eva Millet habla con sentido común y parece que los ojos le vayan a salir corriendo cada vez que explica una barbaridad, como que a los niños ya no se les deja subir a los árboles y que el juego libre, no estructurado, actividad que da forma a la vida de los niños, está en claro retroceso.
La conversación era tan amena que a la hora de montar el video nos ha costado mucho cortar. Al final, con Poldo, hemos decidido que valen la pena los 20 minutos. Creemos importante que estas Giardinetto Sessions abran espacios para la reflexión tranquila y que el tiempo, cuando el tema y el personaje son interesantes, es secundario.
Xavier Mas De Xaxàs, 23/06/2017