Lola Josa: “En el origen de la huma-
nidad no hay femenino o masculino”
Lola Josa, filóloga en la Universidad de Barcelona, experta en el Siglo de Oro y en las fuentes hebreas de la Biblia, nos da las gracias. Es lo primero que hace al tomar asiento para esta entrevista. El agradecimiento es la piedra angular de una espiritualidad que bebe de enseñanzas antiguas, hoy casi olvidadas o estigmatizadas, recogidas en un libro que "es infinito" porque "lo tiene todo", "no le falta ni le sobra una coma".
Hablar de la Biblia en estos términos coloca a Josa en una posición que se eleva sobre un academicismo que alienta el conocimiento científico mucho más que el humanista y, en consecuencia, silencia estudios como los suyos, dedicados a iluminar textos dormidos y manipulados a lo largo de los siglos para servir a los poderosos.
Después de reinterpretar el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz a la luz de la mística hebrea (Lumen), Josa ha publicado ahora La medida del mundo. Palabra y principios femeninos (Atheanica), un trabajo que ensalza a la mujer, tantas veces subyugada en las versiones oficiales de los textos sagrados.
Una lectura científica de estos textos, es decir, a partir de las letras y las palabras hebreas, así como de los números cabalísticos asociados con ellas, indica sin lugar a dudas o interpretaciones religiosas, que "en el origen de la humanidad no hay femenino o masculino".
No hay género porque cada ser humano posee potencias femeninas y masculinas. El cuerpo, por lo tanto, no sería más que la manifestación matérica, biológica, de una preexistencia espiritual, inexplicable desde la razón científica actual, pero muy bien definida por los exégetas.
Una persona de la que no sabemos nada empezó a escribir "en el principio" (las primeras palabras de la Biblia) y es un misterio cómo y por qué lo hizo. La Biblia, como explica Josa, "es una gran desconocida". Poca gente la lee y mucha menos la puede interpretar en su justa medida. Mientras muchos jóvenes, por ejemplo, conocen los principios filosóficos de Grecia y Roma, apenas ninguno sería capaz de interpreta una alegoría bíblica plasmada en un lienzo del siglo XVI o XVII.
La culpa de esta falta de interés, según Josa, la tiene la teología, el empeño de los teólogos "por llenar de razones un libro que busca desbloquear las razones".
Josa lamenta el daño que ha causado la jerarquía religiosa a una Biblia que se explica por sí sola. La Iglesia, "una institución que ha avalado la guerra y la muerte", no puede, a su juicio, erigirse en la única intérprete válida. Es más, considera que los intereses del poder religioso han ocultado los significados verdaderos que recogen los textos bíblicos. En consecuencia, "el catolicismo empobrece la espiritualidad".
El erotismo en Dios, la divinidad entendida también en su faceta femenina, el deseo en toda su dimensión física como camino hacia el conocimiento y la perfección, un deseo que es sagrado porque sin él no hay creación, gestación de nada, son cuestiones existenciales que la Biblia aborda con una claridad hoy emborronada por la doctrina oficial, por la inercia y la falta de curiosidad para preguntarnos lo fundamental.
Josa nos anima a intentarlo porque, como ella afirma, "vivimos lo que somos" y si pudiéramos ser mejores, habitar en las ramas más altas del árbol de la sabiduría, comprenderíamos que "lo tenemos todo y solo nos falta disfrutarlo".
Xavier Mas de Xaxàs, 21/01/2023