Albert Serra
“El artista es capaz de transformar la vida”
Albert Serra es el futuro del cine. Es un cineasta contemporáneo y también es un artista contemporáneo. La diferencia es sólo semántica. Sus películas abominan del éxito comercial y sólo buscan la verdad artística. No es fácil. No lo es desde un punto de vista creativo y tampoco de subsistencia. Igual que los escritores de best-sellers viven mucho mejor que los escritores de verdad, Serra es un cineasta condenado a la precariedad de los mejores vanguardistas.
Esta es la entrevista más larga que hemos publicado en estas Giardinetto Sessions: 38 minutos, casi un programa de televisión. Muchos de ustedes nos han pedido entrevistas cada vez más largas. Aprecian la tranquilidad del entorno y que el personaje tenga tiempo para exponer sus ideas.
Serra (Banyoles, 1975) es el paradigma del entrevistado de largo recorrido, de ideas profundas que necesitan su desarrollo. Después de narrar la muerte de Luis XIV, rey de Francia, se ha volcado ahora en analizar el papel del arte contemporáneo en la sociedad. Le pedimos una definición de artista y él ofrece varias ideas: toda persona que se sienta artista es un artista si está dispuesto a llevar su arte hasta las últimas consecuencias. “El artista no hace concesiones”, asegura. Si las hiciera sería un artesano. “El artista –añade- es aquella persona capaz de transformar la vida”.
Serra conecta el arte contemporáneo con la creación y la ilusión, y luego habla de la felicidad y las cosas bonitas. No que el arte tenga que ocuparse de la estética, sino que nosotros, en gran medida, hemos perdido la capacidad de apreciar la belleza.
Son ideas de fondo que Serra trabaja con la pasión de un orfebre. Lee sin parar, convencido de que todo lo importante está en los libros. En la Universidad de Barcelona estudió filología hispánica, teoría de la literatura hispánica y un ciclo de historia del arte. Durante los ocho años que fue a clase no hizo ningún amigo.
Ha hecho siete películas y su cine se ha expuesto en los centros del arte contemporáneo, como el Pompidou de París, la Tate Modern de Londres y la Virreina de Barcelona. El Reina Sofia le ha encargado un proyecto y Serra se esfuerza por llegar a todo.
El cine comercial ha dejado de interesarle. Le aburre la rigidez narrativa, la previsibilidad de la historia. Su cine está mucho más cerca de la performance, de la espontaneidad trabajada, de los personajes construidos sobre la experiencia vital más que sobre la profesionalidad interpretativa. Prefiere gente viva sin atributos dramáticos a grandes intérpretes que dejan de ser ellos mismos para transformarse en sus personajes.
Serra busca el misterio, la ambigüedad, el absurdo y la abstracción, elementos propios del arte contemporáneo que el cine convencional no admite.
Ambiciona crear atmósferas inéditas que nos liberen del peso de la cotidianidad, que nos abran los ojos y nos permitan respirar.
Al mismo tiempo, Albert Serra no impone nada. Su cine invita. Es una puerta abierta, no una pantalla donde todo está decidido. Además de mirar y dejarse llevar, hay que pensar y sentir. Las emociones cobran todo su sentido cuando vuelan bajito y se dejan atrapar.
Xavier Mas De Xaxàs, 26/01/2018