Luis Sans
Al final, todos somos turistas
Luis Sans, dirige Santa Eulalia, una de las pocas tiendas de toda la vida que resiste en el paseo de Gracia de Barcelona. Heredó el negocio de su abuelo tras la súbita muerte de su padre. Había estudiado Esade y aspiraba a trabajar en una multinacional, viajar y progresar en el comercio internacional.
No pudo ser y hoy no se arrepiente. Salvar el negocio familiar fundado en 1843 y modernizarlo para competir con las primeras marcas del lujo mundial no es poca cosa. Está orgulloso de que su tienda de moda sea una de las pocas multimarca que quedan en un paseo de Gracia dominado por el lujo que se oferta en cualquier gran capital.
La defensa de su negocio le lleva, asimismo, a defender un turismo que el ayuntamiento de Barcelona está decidido a combatir. Preside la Asociación de Amigos el Paseo de Gracia, plataforma que le he convertido en un firme detractor de la alcaldesa Ada Colau. Aunque a los dos les guste bailar, sus mundos no pueden estar más alejados.
Sans, siempre con corbata y gemelos, sin arrugas y muy clásico a pesar de las gafas de pasta que le dan un aire moderno, se bebe un rebujito gigante en la barra del Giardinetto mientras habla por los codos, como si fuera un político, el discurso bien engrasado, las ideas firmes, la alcaldesa progresista en el punto de mira.
Colau ha decidido que Barcelona deje de promocionar el turismo y Sans cree que es un error garrafal. Opina que el turismo hay que gestionarlo “para que venga el turismo que queremos porque si no haces promoción, viene el que viene”.
Sans se refiere al turismo de bajo coste y borrachera que llena las playas y no entiende de lujos en una ciudad “de éxito” que, por un lado se sofistica pero por el otro se banaliza a pasos agigantados. Entiende que muchos barceloneses estén hartos de tantos visitantes, pero ojo, porque “al final todos somos turistas” y los barceloneses, sin ir más lejos, llenan los pueblos del litoral catalán, del Pirineo y las Baleares, causando a sus habitantes las mismas molestias que los turistas crean en Barcelona.
El turismo, en todo caso, desvirtúa la identidad de Barcelona y Sans está de acuerdo. También admite que hasta el paseo de Gracia, a pesar de ser “una de las mejores calles del mundo”, “ha perdido personalidad”. “La globalización –añade- hace que las ciudades se parezcan y encuentres los mismos escaparates en Tokio, Shanghai, Los Ángeles y Barcelona”.
Las tiendas más grandes de España están en el paseo de Gracia. Muchas son de lujo, a precios desorbitados, pero otras son de moda económica. Hay hoteles de cinco estrellas, pero también una pensión. Hay bares de tapas malas y caras, pero también un restaurante con tres estrellas Michelín. Hay edificios feos, pero dos que son patrimonio de la humanidad. Barcelona no tiene otra avenida tan espectacular, aunque muchos barceloneses prefieren la más discreta y muy elegante Rambla Catalunya.
Sans no puede dejar de defender su calle, pero es un exponente de la burguesía que, en muchas ocasiones, tampoco entiende la eclosión del lujo globalizado. Mientras la clientela de la competencia -las tiendas que son monomarcas internacionales- está formada en un 90% por turistas, el 70% de los que compran en Santa Eulalia son clientes locales. Hay cosas que nunca cambian y Sans es un guardián de las esencias.
Xavier Mas De Xaxàs, 07/07/2017