Rafael Vilasanjuan
“El inmigrante se esclaviza
para seguir adelante”
Rafael Vilasanjuan lleva casi toda su vida trabajado con inmigrantes y refugiados, metido en zonas de conflicto, ayudando a las víctimas de las guerras, los desastres naturales y los estragos del clima, gente que, en contra de su voluntad, se ven obligados a dejar sus hogares y buscarse una nueva vida.
Dirigió Médicos Sin Fronteras y, después de una temporada en el CCCB, ahora es director de políticas y desarrollo global del Instituto de Salud Global, dedicado a conseguir que todas las personas, aunque hayan nacido en el peor entorno posible, tengan la mejor atención sanitaria.
Vilasanjuan habla con la experiencia del que ha tenido que hablar mucho, tratando de convencer a mucha gente y muchos gobiernos para que hagan lo correcto. El sentido común domina sus planteamientos, las ideas más básicas como curar al enfermo y alimentar al que tiene hambre. Pocas personas saben tanto sobre migraciones y refugiados.
Mientras el refugiado huye de la violencia y atenderlo es una cuestión de derechos humanos, Vilasanjuan explica que el inmigrante huye de la pobreza y atenderlo, además de una cuestión humanitaria, responde también a las leyes del mercado, es decir, que mientras haya trabajo en el país de acogida serán bienvenidos y si no lo hay serán repudiados.
El inmigrante es una persona que suele llegar sola y está dispuesta a trabajar. Al refugiado suele acompañarlo su familia y, los traumas de la violencia vivida, muchas veces le impide emprender una nueva vida sin un fuerte respaldo social.
“El viaje que acaba en las vallas –explica Vilasanjuan- es lo más duro”. Puede durar hasta cuatro años, tiempo en el cual el inmigrante pasa de una mafia a otra. Las hay policiales, del ejército o criminales, organizaciones todas ellas que controlan la orilla sur del Mediterráneo. Asegura que “el inmigrante se esclaviza para poder seguir adelante”. En Libia, por ejemplo, es normal que trabaje durante un año a cambio, simplemente, del derecho a subirse a una embarcación que lo dejará a la deriva, a la espera de un rescate que no está garantizado.
Cuando llega, se da cuenta de que Europa no es el paraíso que había imaginado, sino un infierno. Lo más probables es que lo devuelvan a África. “Europa no ha sido solidaria”, afirma Vilasanjuan. “A los perseguidos no les hemos dado la oportunidad del derecho al asilo”.
La iniciativa privada, las oenegés, suplantan al Estado, asumiendo tareas de ayuda y socorro esenciales y, tanto o más importante, forzando al Estado a afrontar los problemas y adoptar nuevas políticas.
Mientras el Estado retrocede, Vilasanjuan ve más necesario la implicación de la sociedad civil, especialmente de las personas con más recursos, mediante una filantropía inteligente que trascienda la beneficencia y se convierta en motor de integración y progreso equilibrado.
Al hablar con Rafael Vilasanjuan se está mucho más cerca de solucionar las dolencias del mundo contemporáneo. En la entrevista encontrarán ustedes muchos diagnósticos y muchas soluciones. Lo difícil, como siempre, es llevarlas a cabo.
Xavier Mas De Xaxàs, 23/02/2018