Malcom Otero
“Hay mejores poetas que Bod Dylan;
Darle el Nobel es un disparate”
Los editores no suelen hablar mal de sus escritores en público. Aunque tengan motivos de sobra para hacerlo, sería como tirarse piedras en su propio tejado. Malcolm Otero, sin embargo, no es un editor común. Publica autores relevantes, entre ellos Bob Dylan, y le gusta que estén en su lugar adecuado. Frente a la promoción estelar de escritores mediocres de gran éxito comercial, Otero defiende la relevancia literaria del texto. Su ideal, como el de cualquier editor, es descubrir a un talento y ayudarlo a crear una gran obra. Reconoce, sin embargo, que lo más normal es que a estos genios les cueste publicar. El ejemplo de James Joyce y el Ulises es paradigmático.
Malpaso, la editorial de Otero, acaba de publicar las letras completas de Bob Dylan, un volumen bilingüe de 1.320 páginas. Un Nobel de Literatura se merece tener toda su lírica recopilada en un tocho de tapas duras. Y el cancionero de Dylan, como asegura la promoción de la propia Malpaso, refleja como ninguno “las impresiones y sentimientos de varias generaciones”.
¿Es esto suficiente para ganar el Nobel de Literatura? Otero piensa que no, “que hay mejores poetas que Bob Dylan” y que haberle dado el premio “es un disparate”. Por eso y por otras decisiones anteriores, no tiene mucho respeto por los expertos suecos que cada año distinguen a un literato. “El comité Nobel –dice- se equivoca tanto como los suplementos literarios” de los periódicos, que “ensalzan bazofia” mientras silencian a escritores de primera.
Lo peor de que Bob Dylan haya ganado el Nobel, es que otro escritor no lo ganará. “Un Nobel quita a otro Nobel”, explica Otero. El año próximo no lo ganará un poeta, ni tampoco un judío. Otero piensa en cuánto deberá esperar Philip Roth.
Malcolm se sienta en la barra del Giardinetto recién aterrizado de México DF, donde ha bebido tanto tequila como la producción entera de Jalisco. Para la entrevista prefiere cava. Su esposa y su hijo flotan a su alrededor. Lleva su característica barba de dos días. Recita el arranque del Ulises, recuerda a su abuelo Carlos Barral, a sus amigos noctámbulos –Pisón, Vila-Matas, Bolaño- y, aunque acaba de regresar, ya añora “la armonía del caos” que ha dejado en la capital federal de México.
De un editor que reconoce que uno de sus poetas no merece el Nobel y que critica los suplementos literarios, no es de extrañar que también se cargue los premios que conceden las editoriales. Otero siempre los ha visto como una herramienta para la promoción comercial de un autor. En este sentido, considera que el editor está en su derecho de simular la votación del jurado que decide el ganador. Lo que no entiende es cómo la prensa se presta al teatro y asume la pantomima sin exponerla. “Nadie gana el Planeta. El Planeta se lo dan a alguien”, explica. El titular nunca debería ser “XX gana el Planeta” sino “Planeta da su premio a XX”.
Malcolm Otero, que antes de llevar Malpaso, dirigió la colección Áncora y Delfín en Destino (Planeta) y también la ficción de RBA, conoce las dobleces de una industria que a veces juega sucio con la mejor literatura.
Indagar en el lado oscuro, exponer las fisuras, es algo que hace cada semana en el programa Via Lliure de RAC-1. Con su colega Santi Giménez lleva una sección que se llama Ilustres execrables y que se dedica a explicar lo peor de personajes famosos. No se salva Gandhi, ni la madre Teresa de Calcuta, ni Alfonso XIII, ni Pablo Neruda. Son “hijos de puta sin fisuras” y ha reunido a medio centenar de ellos en un libro que sale ahora por Sant Jordi de la mano de Ediciones B (Grupo Z).
Xavier Mas De Xaxàs, 21/04/2017