Gaspar Cano
“El Nobel de Literatura
ha perdido mucho”
Gaspar Cano es un editor y gestor cultural, director del Instituto Cervantes en Berlín y Estocolmo, experto en los secretos del Nobel de Literatura y actor de vocación. En España hay pocos perfiles académicos y culturales como el suyo. Una vez licenciado en filología alemana, habiéndose empapado de la dramaturgia de la escuela de Hamburgo, donde el texto es sagrado, trabajó para el teatro Dramaten de Estocolmo, el más importante de Suecia. Lo hizo como textualista, es decir, como encargado de velar por la integridad del texto. Trabajó para Ignmar Bergman en una época esplendorosa, plagada de buenos profesionales nórdicos.
Cogió las riendas del Instituto Cervantes de la capital sueca en el 2004 con dos objetivos muy claros: recuperar la maltrecha imagen internacional de España después haber apoyado la invasión de Irak un año antes y hacer lobby para que un escritor en lengua española consiguiera el Nobel. El premio a Mario Vargas Llosa en el 2010 se logró después de una larga estrategia dirigida desde el Cervantes.
El Nobel se gana por calidad literaria y también por contactos políticos y académicos. Gaspar Cano recuerda que cuando lo ganó Gabriel García Márquez en 1982, el entonces primer ministro sueco, Olof Palme, mantenía una buena amistad con el líder cubano Fidel Castro, que a su vez era muy amigo del escritor colombiano. Parece ser que fueron los servicios secretos cubanos los que informaron primero a García Márquez de que había obtenido el galardón.
El premio ha sufrido muchos altibajos, pero Cano considera que "ha perdido mucho" desde el escándalo por abusos sexuales del 2018. Los esfuerzos para restablecer su imagen no acaban de conseguirlo.
El desprestigio también persigue al Cervantes. Cano no tiene dudas y habla con la claridad y honestidad de un diplomático cultural que solo se casa con la buena creatividad artística.
Opina, por ejemplo, que el Cervantes "está muy tocado" desde que el Gobierno decidió colocarlo bajo el tutelaje del ministerio de Asuntos Exteriores. Más que una institución al servicio de la cultura es una al servicio del Ejecutivo. Los embajadores, por ejemplo, deciden la programación. Esta injerencia y los recortes presupuestarios han hundido la reputación del Cervantes en muchos países y, con ella, la imagen exterior de España, un retroceso que no se hubiera producido si Gaspar Cano y otros diplomáticos culturales como él hubieran podido trabajar al margen del poder político.
Xavier Mas de Xaxàs, 08/10/2022