Charo Mora
“Los humanos somos la especie más fea”
Charo Mora estudia la moda, su historia y su impacto en la sociedad contemporánea. También enseña y asesora, y tiene un filón porque “nadie sale a la calle sin tunearse”.
El tuneado puede ser suave (lavar, peinar y vestir de la manera más práctica y anodina) o muy complicado, tan complicado que implica no sólo lo que nos ponemos encima sino cómo nos tatuamos y perforamos el cuerpo. Y si hacemos todo esto, si dedicamos tantos esfuerzos a que nuestra imagen en el espejo corresponda a la que tenemos de nosotros mismos, se debe, ni más ni menos, a que “los humanos somos la especie más fea. No tenemos la belleza intrínseca que tienen otros seres de la naturaleza”.
Nos gustan las plumas de las aves y nos decoramos con ellas. Lo mismo hacemos con las pieles de muchos animales. No sólo porque nos abrigan, sino porque nos visten, es decir, porque nos ayudan a lucir.
Nos decoramos por fuera y por dentro, y auque cada uno seamos únicos, lo cierto es que todos vestimos más o menos igual. Esto se debe a que casi todos compramos la ropa en los mismos sitios. “España -asegura Charo Mora- es muy fuerte en fast fashion”, la industria de la moda barata donde la calidad no es prioritaria. Una industria, asimismo, que “tiene un lado terrorífico” porque obliga a un consumo elevado de prendas de vestir que se fabrican sin criterios de sostenibilidad y con un elevado coste social: salarios bajos y condiciones laborales muy malas.
Si a lo largo de la historia la moda ha servido para distinguir a los poderosos (vestidos de oro, púrpura, capas largas, sedas exclusivas), hoy sirve para distinguir a cualquiera. Y hoy, lo que la mayoría de nosotros parece que queremos es “vestir como un delincuente”.
Charo Mora, que sabe provocar con estas afirmaciones contundentes, matiza las respuestas a medida que saborea el cóctel margarita. No es que seamos delincuentes, pero el lado canalla tiene mucho tirón: tatuajes con motivos carcelarios, piercings, ropa descosida, incluso rota, maquillajes que afean, una contracultura que arrancó con los hippies, los punks y otras tribus urbanas durante la segunda mitad del siglo XX y que no ha dejado de evolucionar desde entonces.
Los adolescentes que visten con los pantalones caídos y las adolescentes que se visten con tops y transparencias se inspiran en influencers, los reyes de las redes sociales. Estos jóvenes, tanto chicos como chicas, aprenden a posar y lo hacen sin pudor, y Mora recomienda a todo el mundo que aprenda a respetarlos. No entiende, por lo tanto, como puede haber un juez, un magistrado como Emilio Calatayud, que pueda decir que “las niñas se hacen fotos como putas”. Mora opina que debemos tolerar a las personas que visten con un estilo que consideramos ofensivo y que no hay excusa para atacar a nadie –ni física ni verbalmente- por su forma de vestir.
Xavier Mas De Xaxàs, 20/10/2017