Pepi de Boisseu
“Un plato de comida es una cápsula que genera historias”
Hablar de comida, de cocina creativa, en una ciudad como Barcelona es peligroso. Casi todo está investigado, probado y aplaudido. Ferran Adrià, Joan Roca, Carme Ruscalleda, Jordi Cruz, Xavier Pellicer, Martín Berasategui y unos cuantos más. ¿Quién se atreve a meterse ahí, en el terreno que va del producto primigenio, sin apenas elaboración, al arte conceptual, la capacidad que tiene un menú gastronómico de generar mucho más que sabores?
Pepi de Boisseieu no es chef, aunque tuvo un restaurante en Brasil. Tampoco diseña, pero tiene un estudio creativo que lleva su nombre, donde todo gira en torno a los alimentos. Le gusta ver un plato como “una cápsula que genera historias” y ella lo utiliza como una herramienta narrativa.
Los chefs preparan los platos para que sean exquisitos, completos, impulsores de felicidad. Las técnicas culinarias, la coherencia de los ingredientes, la presentación, todo tiene un sentido y una unidad.
Pepi de Boisseieu avanza por un camino paralelo. El aspecto visual del plato y su contenido están al servicio de un concepto. Si el chef cocina, ella transmite, y lo hace con sencillez, sin engolamientos.
Aprendió mucho con Antoni Miralda, a quien ayudó a gestionar el proyecto Food Cultura, nada más y nada menos que indagar en cómo comemos para entender cómo somos.
Se gana la vida con marcas comerciales que entienden el poder de la comida para potenciar sus productos, pero lo que le gusta de verdad es utilizar los alimentos para transformar a las personas, mejorarlas y cambiar su percepción del mundo.
Con el artista Juanli Carrión, por ejemplo, colaboró en un proyecto en Nueva York que combinaba los conceptos de desigualdad, identidad y justicia social con un jardín, un huerto proyectado y mantenido por inmigrantes. De Boissieu ideó unos platos vegetarianos que completaron el relato artístico.
Auguste Escoffier, el padre de la cocina contemporánea, dijo un día que “el arte de cocinar es quizás una de las formas más efectivas de diplomacia”. A mi me gustaría mucho que Pepi de Boisseieu, en colaboración con un gran chef y unos grandes artistas, fuera capaz de sentar en una misma mesa a enemigos irreconciliables, como los israelíes y los palestinos, por ejemplo, en un acto que demostrara el poder redentor de los alimentos compartidos. Los fogones pueden cambiar el mundo.
De momento, sin embargo, ella anda metida en otro proyecto casi tan encomiable: pensar la comida del silencio. Dar de comer a 400 niños, alumnos de escuelas públicas catalanas, ayudarlos a reflexionar sobre el silencio mientras comen.
Xavier Mas De Xaxàs, 31/03/2017