Victoria Garriga
“La ciudad ideal no existe ni debería existir”
A Victoria Garriga, sentada en la barra del Giardinetto bebiendo Gin Tonic, no se le ven las botas, unas botas muy gastadas después de pisar las ruinas de Irak, desde Basora a Mosul, buscando la manera de reconstruir un país roto por guerras interminables.
Si puede afrontar un reto tan grande es porque le sobran ideas, energía y pragmatismo.
Si has pasado un tiempo en Irak o en cualquier otro estado fallido, sabes que el mundo ideal no existe, ni allí ni en ninguna otra parte, ni siquiera en nuestras ciudades avanzadas y, aparentemente, terminadas.
Garriga considera que la ciudad ideal, la que es verde, limpia y segura, por ejemplo, no existe ni debería existir porque entonces no sería ciudad sino campo.
“La ciudad es conflicto y solución”, dice, un centro de conexiones y complejidades sometida a la tensión de grupos con intereses muy dispares.
Le gustaría que las ciudades se pudieran pensar a largo plazo, sin contar con los ciclos electorales que condicionan tantas decisiones, porque en la vida de las ciudades “treinta años no son nada”.
Le gustaría que estas ciudades no distinguieran entre vivir y trabajar porque “trabajar quiere decir vivir” y deberíamos vivir muy cerca de donde trabajamos. Si eliminamos el tiempo y el espacio que perdemos entre ir y venir del trabajo, podríamos mejorar el sentido de nuestras vidas.
Victoria Garriga advierte que habla con mantras, que es lo mismo que hablar con titulares, y tiene razón. Dice, por ejemplo, que “Barcelona no puede ser verde”, ni estar siempre limpia y ser totalmente segura. También opina que Albacete es fea, pero se vive bien en ella, mientras que Copenhague es muy bonita pero no se vive tan bien.
El sentido común de lo que es vivir juntos, en edificios altos ordenados en calles, reside, según ella, en que tenemos la subsistencia a mano ya que “sin comercio de proximidad no hay ciudad”.
Ideas claras para un debate que la pandemia ha puesto encima de la mesa.
Xavier Mas de Xaxàs, 28/11/2020