Norman Vilalta
“Los artesanos cambiamos el mundo”
Norman Vilalta tiene más de mil años. No los aparenta pero es cierto. Nació en la Patagonia, donde “la gente se hace minúscula y el infinito te rodea”, pero también nació en un taller de zapatería de Florencia, y allí, rodeado de hormas, pieles y herramientas aprendió una profesión con raíces milenarias.
Norman hace zapatos a mano, y los hace sentado en un taburete porque las piernas ha de tenerlas dobladas en un ángulo de 90 grados. El proyecto de zapato descansa sobre sus rodillas y él utiliza el peso de su cuerpo para darle forma. “Son técnicas que se perfeccionaron hace más de mil años. Son las adecuadas. No se pueden mejorar”.
Cuando vean el vídeo de la entrevista fíjense en sus manos. Son muy fuertes y muy habilidosas. Vayan con cuidado si algún día lo ven por la calle y quieren estrecharle la mano, pero acérquense hasta su taller en la calle Enric Grandos de Barcelona para comprobar con qué destreza maneja los utensilios de zapatería.
Su viaje de la Patagonia del siglo XX a la zapatería del siglo X fue largo. Un día, durante un partido de fútbol en la escuela de su pueblo, se fijó que los chavales del equipo rival eran más menudos y al preguntar si eran de un curso inferior le respondieron que eran más bajitos y delgados porque sólo podían comer una vez al día.
Aquella experiencia le llevó a la abogacía y a la política en las filas del partido peronista. Sin embargo, no tardó en desengañarse y en descubrir que lo que quería de verdad era hacer algo con las manos y, de paso, cambiar el mundo.
La zapatería artesana no parece el área más adecuada para una revolución social, pero Norman no está de acuerdo. “Los artesanos cambiamos el mundo”, asegura y pone un ejemplo: Mientras las grandes marcas de moda explotan mano de obra en países emergentes y provocan un consumo excesivo de ropa, los sastres de barrio, como los que había antes, hacen vestidos mucho mejores, más duraderos y, además, su trabajo crea comunidad y cohesiona la sociedad. Claro que es más barato vestirse en una cadena internacional de moda, pero Norman opina que es mucho más sensato hacerlo en tiendas únicas, locales, con productos confeccionados en la misma ciudad, por diseñadores y artesanos del lugar. El modelo económico, a su juicio, es más sensato y más sostenible.
“La artesanía es la verdad”, sentencia con un vaso de whisky de malta en la mano, como sólo un argentino puede pronunciar las frases más contundentes.
Norman reivindica que la zapatería arrancó en la España musulmana y que la Cofradía de San Marcos, la que acoge al gremio de zapatería de Barcelona, se fundó en 1202 y es la más antigua del mundo. Sobre esta base, conservando la sabiduría de los maestros zapateros de entonces, fabrica zapatos que pueden durar una vida entera.
Xavier Mas De Xaxàs, 09/11/2018