Mauricio Villavecchia
“La música es un elemento cuántico,
de otra dimensión”
Mauricio Villavecchia llena la barra del Giardinetto igual que la pantalla gracias a una cabeza grande que imaginamos pitagórica y llena de notas. Su vida es la música y “la música es el lubricante de la vida”. Era un niño cuando escuchó las primeras notas dentro de su cabeza, ordenándose por sí solas en una melodía nueva e improvisada. Recuerda el momento, bajando la calle Balmes de Barcelona, absorto en el descubrimiento de esta nueva dimensión.
Desde entonces no ha dejado de crear música. Para él es como moverse, comer y respirar, algo natural e imprescindible. Con los años aprendió a tocar el piano, el acordeón y otros instrumentos, aprendió a componer y a enseñar música según un método propio que confía más en los números que en las notas. Con la sabiduría que acompaña al tiempo descubrió que “la música es un elemento cuántico, de otra dimensión”. Claro que puede revelarse en el hilo musical de un ascensor mal iluminado o en la banda sonora de una película sin pretensiones artísticas pero, con mucha más frecuencia, la música es pulso vital. Pitágoras fue de los primeros en verlo, en comprender la conexión de la música con el universo, que no es otra que la conexión de los seres humanos con las dimensiones desconocidas de su existencia.
Mauricio habla despacio, en una cadencia casi monotónica que, palabra a palabra, se adentra en el pasado, hasta explicarnos que la partitura tiene casi mil años y que Paul McCartney era un virtuoso del contrapunto.
Las nuevas tecnologías aplicadas a la música no le asuntan demasiado. Recuerda que el piano también provocó una revolución tecnológica muy grande, y lo mismo hizo el theremín, un instrumento electrónico ruso de los años treinta del siglo XX. La música electrónica, por lo tanto, se acerca a su primer centenario, prueba de que los instrumentos seguirán ampliando nuestra riqueza musical.
Más inquietante, sin embargo, es la sustitución del músico. Le preocupan las clases automatizadas de música que se encuentran en plataformas digitales como YouTube porque eliminan la figura del maestro, pero le preocupan mucho más los robots que ya están componiendo música. “Cuando los robots compongan música -dice-, la música desaparecerá”. “¿Para qué sirve la música si desparece como factor de convivencia humana?”
Mauricio anda estos días metido en proyecto que le fascina desde hace ños: componer un concierto que pueda complementarse con un maridaje gastronómico.
Xavier Mas De Xaxàs, 22/03/2019