Francesc Jufresa
Al FC Barcelona se le ha condenado
sin ningún fundamento
Francesc Jufresa es un destacado penalista que ejerce la abogacía desde siempre. Durante cuarenta años ha defendido a bastantes políticos y empresarios implicados en casos de corrupción. Las ha visto de todos los colores y de esta experiencia concluye que en España “la corrupción es endémica”. “Se presenta cíclicamente –añade- y cada vez con más intensidad”. Admite que está muy extendida entre las democracias occidentales, pero “lo nuestro es un exceso”.
De este exceso surgen muchos clientes, gente poderosa que llama a su puerta con el agua al cuello, la posibilidad de entrar en prisión colgando sobre ellos como una espada de Damocles. Algunos han sido acusados por sus rivales políticos, sus enemigos en la administración, simplemente para apartarlos del camino. Es la judialización de la vida política a la que estamos acostumbrados y que tantos titulares de prensa genera.
El caso Neymar, por ejemplo, que se arrastra desde hace años, siempre con un fiscal o un tribunal dispuesto a reabrirlo después del último carpetazo. El FC Barcelona admitió varios delitos fiscales relacionados con el fichaje y la nómina del jugador, y el año pasado se convirtió en la primera persona jurídica condenada en España. Jufresa considera que al Barça “se le ha condenado sin ningún fundamento”, gracias a “a la furia anti barcelonista” de la fiscalía y a una defensa un poco atapaida, es decir, poco ágil. No entiende como una entidad puede ser declarada culpable de un delito del que sus máximos responsables son exonerados.
No sabemos cómo templa los nervios Jufresa, cómo soporta el estrés, pero con nosotros se tomó un dry martini y todo fue como la seda. Es un bon vivant, con reloj de oro y pins en la solapa que rinden homenaje a los cuerpos de seguridad del Estado. Le gusta el rape Orly, coger los trozos de pescado rebozado con los dedos y untarlos en un bol de mayonesa, una salsa que en sus labios a veces se pronuncia con h intercalada y a veces con y griega.
Cuando empezó a trabajar, el mundo de los penalistas, de la justicia en general, era un mundo de hombres. La llegada masiva de mujeres lo ha cambiado todo. “Ha habido un cambio de sensibilidad”, asegura, y de esta sensibilidad depende en buena parte el éxito o fracaso de un abogado defensor. “No es lo mismo dirigirse a un juez decimonónico que hacerlo a un tribunal presidido por tres magistradas”. Reconoce que el cambio ha sido muy positivo. “Ahora estamos obligados a ser menos chulos y hablar mejor”.
Xavier Mas De Xaxàs, 05/05/2017