Mercedes Milá
“Aunque tengo fama de hijaputa soy una santa”
Mercedes Milá se sienta en la barra de Il Giardinetto con una camiseta blanca, ajustada, estampada con el logo de su último proyecto periodístico: un programa de libros. Se llama “Convénzeme, con Z de Zweig”. En él, muy en sintonía con los tiempos que corren, son los lectores los que tienen la última y la primera palabra. La jerarquía intelectual y comercial del mundo editorial queda, así, desmontada. Una rebeldía muy en sintonía con su forma de ver el mundo. El programa se ha emitido en el canal Be Mad.
Del periodismo televisivo, de las entrevistas y la telerealidad, Mercedes Milá ha pasado a los libros.
Mercedes Milá aún conserva el pelo corto y rubio, la imagen de su último paso por la casa de Guadalix donde presentó Gran Hermano durante 16 temporadas, pero ahora vuelca sus energías infinitas en la librería +Bernat de Barcelona y los libros que le faltan por leer.
Si alguien no la conociera podría pensar que ha perdido el pulso. Pero Mercedes Milá es la misma de siempre, tan compleja y honesta como el primer día, con las mismas ganas de innovar y transgredir, la misma pasión por la sensatez y el trabajo bien hecho.
Confiesa que “lo del hueso de Mercedes Milá es más viejo que la Piquer. Yo era dura hace muchos años. Ahora soy una santa. Aunque tengo fama de hijaputa soy una santa”.
A los políticos los conoció en los años 80, cuando era dura y simpática. Los crujía en directo, les cogía de la mano y se los llevaba a cenar al Giardinetto. No pensaba que este compadreo pudiera afectar a su trabajo. No veía una contradicción. Dice que entonces todo era más genuino. Los políticos eran más auténticos. Respondían a lo que se les preguntaba. “Luego vimos un proceso de degradación”. Ya no respondían a las preguntas. Hablaban con frases fabricadas en los gabinetes de comunicación. “Eso me enfermó mucho y por eso lo dejé”.
Luego , en la barra del Giardinetto, nos saltamos la etapa de Gran Hermano. No queremos preguntarle por lo de siempre, el valor de la telerealidad y el peso de la telebasura. Mercedes Milá defiende la dignidad de un programa que explora las relaciones humanas. Lo ha dicho un millón de veces.
Lo que no ha dicho tanto es cómo se lo pasa con un libro en las manos, estirada en su cama, dejando pasar las horas, el placer de que la narración invite al sueño, dar una cabezada y despertarse sin haber perdido el hilo.
“Leo para salvarme”, dice. Un libro “es un lugar donde vas a estar tu sola en medio de otras vidas sin que nadie te moleste”. “Sin un libro tengo una sensación claustrofóbica”.
Ella, la periodista valiente, que nunca ha tenido miedo para abrir una puerta y ha dicho casi siempre que sí a cualquier proyecto, se ha propuesto ahora desmontar más de un mito intelectual porque, al fin y al cabo, todo el mundo tiene tanto derecho a leer una novela buena como una mala, y “si no has leído el Quijote, pues no pasa nada”.
Xavier Mas De Xaxàs, 17/03/2017