Karin Leiz sobre la cotidianidad:
"Nunca me aburro"
Karin Leiz fue la creadora de una de las imágenes más emblemáticas de la historia de la publicidad en España: las burbujas de Freixenet, chicas de piernas largas que emulaban la chispa que hay en cada botella de cava. La campaña se lanzaba por Navidad, protagonizada por una estrella mundial de la música o el cine. La realizaba el Studio Pomés, que dirigía el fotógrafo Leopoldo Pomés, marido de Karin.
"Fui una burbuja dorada", recuerda Karin, pero solo para probar la idea porque ella siempre se ha sentido mejor detrás que delante de la cámara. La idea funcionó y Leopoldo la hizo crecer. No habría una sola burbuja, sino un coro entero de chicas, el cava convertido en savia de music hall.
Los padres de Karin era alemanes que llegaron a España huyendo de la Primera Guerra Mundial. Se instalaron en Barcelona, sobrevivieron a la Guerra Civil en Sevilla, donde nació Karin, y siguieron con angustia la Segunda Guerra Mundial en Alemania desde una Barcelona bajo los efectos de la autarquía. No fue fácil.
Karin Leiz sobre la cotidianidad: "Nunca me aburro"
Tampoco fueron fáciles los primeros años en el Studio Pomés. La fotografía publicitaria estaba en pañales. Costaba ganar dinero. A Karin le sirvió su educación protestante y la experiencia de la postguerra, cuando nada se tiraba y todo se aprovechaba.
Igual que se vestía de burbuja o posaba como fotógrafa para decorar las paredes del restaurante Flash Flash, barría el estudio y buscaba por la calle modelos para las campañas.
“El que enseña ha de conservar una autoridad moral"
Antes de dedicarse a la publicidad estudió Pedagogía. "Quería encontrar formas de enseñar que estuvieran más próximas al alumno, pero manteniendo el respeto a los profesores", explica. "El que enseña ha de conservar una autoridad moral" que, a su juicio, hoy no tiene.
Aprendió a cocinar cuando se casó y ha acabado publicando dos recetarios: 1.460 recetas para disfrutar de las verduras todo el año y Cocinar con Hierbas, ambos en la editorial Debate. "Los escribí pensando en que hay que aprovecharlo todo", explica.
El aprovechamiento como motor de la creatividad culinaria también es consecuencia de su educación protestante. Como lo es que cada noche, a sus 85 años, elabore una lista de las cosas que hará al día siguiente. "Tienes que ser útil en cada minuto de tu vida", dice.
Esta utilidad, sin embargo, la entiende como una acumulación de diversiones más que de tareas. A estas alturas de su vida se contante si completa cuatro de las diez tareas que se propone a diario. Es suficiente. Con este método confiesa que "nunca me aburro".
“He creado un jardín para que esté a gusto consigo mismo"
Su ocupación favorita es el jardín de su casa en el Empordà, un espacio donde la vegetación crece como si estuviera en libertad. "He creado un jardín para que esté a gusto consigo mismo". Es una confesión y un principio que dice mucho sobre su manera de afrontar la vida. Ella siempre lo ha hecho con generosidad y optimismo.
Con esta lección sobre el bienestar, Giardinetto Sessions se va de vacaciones. Regresamos en septiembre. Feliz verano.